martes, 27 de septiembre de 2011

Gente como una

Tengo razones para pensar que el mundo es una gran confabulación de discriminadores.
Las mujeres - y seguro a los hombres les pasa- que no tenemos la altura de Ingrid Grudke somos victimas de la falta de corazón de fabricantes y prestadores de servicios.

Si me compro un jean lo tengo que acortar y con lo que le saco de largo de piernas puedo armarme un chaleco super cool, si supiera coser o si me gustara.
Siempre pido que me descuenten el proporcional de la parte que no voy a usar pero la respuesta siempre es negativa. Así que pago por 100% y solo el 75%  me sirve.

Ahora se usan las camisas largas. Otro ejemplo de discriminación para las que no alcanzamos la altura de top moldel. Son tan largas que nos tenemos que conformar con la clásica, que siempre es aburrida o salir a la calle vestidas como ridículas porque la camisa larga nos queda como un vestidito de "la Popis"
Y a mi edad, del ridículo no se vuelve ni con una reencarnación.

Ni que hablar si haces un viaje de larga distancia.
Te diste cuenta que los asientos tienen el apoya cabeza arriba de tu cabeza justo donde te dá el broche del pelo? Deberían ser movibles asi, una se lo acomoda justo donde tiene la nuca. Porque cada uno tiene la nuca donde quiere. Pareciera que es un castigo por no haber alcanzado la altura ideal.
Los respaldares son tan altos que ni siquiera te podes consolar mirando una película porque seguro, al insensible de adelante no se le ocurre reclinar el asiento.

Y para terminar mi ultima queja va para los fabricantes de las maquinas bronceadoras verticales que fueron los que originaron  la idea de todas estas quejas.
Las llamo maquinas bronceadoras  porque no son camas ya que en realidad estas parada dentro de un tubo cubierto de lamparas. Como si te fueras a teletransportar a la dimensión desconocida
Sobre el techo hay dos barras que sujetas con las manos para que sostengas tus brazos y así broncearte hasta el último rincón. Lo patético es que a la gente como yo, baja, bajita, casi tirando a petiza nos resulta algo incómodo y quedamos colgadas como del gancho del carnicero.
Al principio levantas los brazos, agarras las barras y pensas:..." mmm el sacrificio tendrá sus beneficios, podré soportarlo" Al cabo de unos segundos, se te cansan los brazos y  te paras en punta de pié para disminuir la presión 
De pronto te asalta una idea terrible: El levantar los brazos te provoca pliegues en los hombros. Te quedarán marcas!!!
Y ahí tenes la justificación para putear al fabricante.

Solo algunas razones para confirmar que a la gente baja la vida nos es mas complicada no por eso menos divertida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aprovechá los recortes y hacéte el famoso acolchado patchwork, como el de nuestras abuelitas . De última lo ligará algún pichicho :).* Azul*